El sol pegaba con fuerza en Roma a nuestra llegada. Después de una larga noche de viaje, el domingo nos esperaba con ganas. Tomamos contacto con la ciudad a la sombra del Coliseo, repusimos fuerzas en los alrededores y comenzamos una tarde de visitas que nos llevó al interior del famosísimo anfiteatro y sus alrededores. Pocos lugares del mundo pueden presumir de concentrar en un solo lugar tanto arte y tanta historia. El foro, el Palatino, la Columna Trajana, el Arco de Tito, el monumento al rey Victor Manuel y tantos monumentos pasaron delante de nuestros ojos. Caminamos por las callejuelas romanas para descubrir sus sorprendentes rincones como la Fontana de Trevi o la Plaza Navona. Un día agotador, pero mereció la pena.
